En un descuido mío y de mi madre el cuaderno desapareció. "No puede ser" -le dije a mi mamá. Y me enojé. Bueno lo de enojarme fué más conmigo misma que con ella. Porque por derecho ese cuaderno era para mí. (veamos : soy la mayor, era mi viejo cuaderno, soy la que cocina más rico y con más frecuencia, si ninguno de mis otros hermanos lo hubiera querido tanto como yo...)
Así fué que el año pasado inicié una misión, crear mi cuaderno que heredaré a mi hija cuando llegue el momento. Para este proyecto busqué un cuaderno que me gustara a mí y a ella, en Pórtico encontré y decidí que era el mejor.

Luego después de mucho meditarlo decidí que solo anotaría recetas que de verdad uso y comprobadas: es decir nada de anotar como loca cualquier receta que se me ponga al frente. No primero la pruebo, veo que tan fácil es de hacer o que modificaciones son necesarias y entonces sí, puedo anotarla en el cuadernillo.

Otra particularidad que tiene es que dentro de lo posible intento anotar al pie la fuente, porque así cuando no tenga memoria podrán saber siempre de dónde rayos la tomé.
Con pena confieso que he descuidado un poco este proyecto, "pero nunca es tarde cuando la dicha es buena", así que vamos a ver que ratitos dedico a ir copiando en el cuaderno de recetas, con la esperanza de que algún día mis nietos o sus hijos podrán usar.
1 comentario:
Que lindo, mi abuela era medio desorganizada para eso de las recetas, tenía montones de recortes y folletos amontonados en un cajón y alguna que otra escritas de su puño y letra. Mi hermana y yo heredamos su colección y fue hermoso tener eso de ella.
Tengo que confesar que la idea de la base de datos sí me hace ojitos a mi, por la posiblidad de tener fotos ahí de como me quedó el platillo y de hacer búsquedas por ingrediente y todas esas monadas que hacen los archivos electrónicos; pero los cuadernos siguen y seguirán teniendo su encanto.
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